martes, 6 de marzo de 2012

FRAGAVELLA - Primera parte / Pag. 2 (Relato)

                                                                                             
                 observar en estos aguazales pero muy raramente la figura estilizada de la  incomparable grulla en sus especies común y damisela.
Estas aves en un tiempo que determina el instinto parten hacia el oeste  hacia otros pagos buscando aguas tranquillas en un entorno natural y autentico, ayuno de cualquier indicio de industrialización, en lugares con solera acuática, tal es el caso de la vecina ría de Foz, además de la de Viveiro, El Barquero y Ortigueira, rías y ríos que cantaron poéticamente preclaros gallegos como Cunqueiro, Noriega Varela, Leiras Pulpeiro  y otros, versos y poemas que siguen flotando en el aire entremezclados con el fragor de amaneceres otoñales y la cotidiana vida diaria de tránsito de barcos de pescadores. Y al interior de Galicia cursos de ríos, pantanos y aguazales acogen a estas salvajinas también temporalmente, masas  lacustres de belleza sin igual,  como el embalse de la Ribera o el pantano del río Eume con sus famosas y paradisíacas Fragas del Eume,  amén de otras marismas y marjales como las del Sar  que la propia Rosalía evocó  sin par.

        Seguimos por la misma vía paralelamente al humedal, y a continuación penetramos en un terreno de rasa litoral. La brisa marina así lo confirmaba poniendo en nuestras gargantas un aporte del benefactor “yodo” para contribuir a evitar bocios no deseados.

El aire portaba además, toda esa suerte de matices olorosos que percibíamos a través de las ventanillas, y difíciles de otra manera de definir olfativamente por su complejidad, solo reconocibles exactamente con el concurso de una fina nariz que bien pudiera ser la del perro, cuyo olfato se sabe que llega a extremos insospechados, obviamente no podría trasmitir sus sensaciones a nuestro lenguaje, pero de todas formas, podemos intuir, que la tenue brisa procedente del entorno, define de alguna manera presencia de zonas marisqueras, vegetación propia de ría, humos de vaporetas y también el olor siempre penetrante de la mezcla de pintura y disolventes, empleado en la denominada “carpintería de ribera” de los astilleros de la zona. Durante nuestra marcha, la presencia de viviendas semi-agrupadas y el camposanto en la margen izquierda de la vía, nos indicaba que penetrábamos en los barrios periféricos de la ciudad en cuestión.
En aquella mañana soleada, los rayos del astro rey incidían con fuerza (penetrando por los espacios existentes entre la espesa vegetación del arbolado) sobre los tejados y fachadas de la población, (que atravesábamos en aquellos momentos) con reflejos mil, formando una impresionante gama de tonalidades a guisa de un gigante calidoscopio.

Castropol / óleo de Carmen Muñíz
Ribadeo preside desde un alto la ría del Eo / río salmonero con suaves remansos y violentos tramos espumeantes / y conserva viejas calles que bajan al puerto y arcos de piedra de gruesos pilares en sus plazas.
Ribadeo es con Mondoñedo y Vivero (Viveiro) una de las tres ciudades señoriales y monumentales de A Mariña. El pintor Fierros dejo en alguno de sus cuadros la clara luz de esta tierra. Otros pintores dejaron también su impronta al captar pueblos, cielos y mares de esta bella zona de la ría del Eo.




                                                                          
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