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AS “ARCEAS” son
algo que siempre nos han dejado admirados y perplejos. Desde el primer momento
que nos hicimos con una escopeta y un perro las hemos buscado por todas
partes, pero sin el suficiente empeño, constancia y paciencia que la caza de estos
pájaros requiere.
Pocas veces hemos salido expresamente a
ellas y no por falta de ganas, sino por no disponer de un sitio libre y
querencioso donde ir a buscarlas.
Su encuentro era casi siempre un hecho
fortuito, ya que igual nos la encontrábamos sin perro cazando “tordos” a
orillas del Espasa y vaguadas de Coyanca, que al aproximarnos a cualquier
“gachero” aledaño a la ría de Villaviciosa, ría “gachera” por excelencia.
En más de una ocasión, al acercarnos a
alguna tertulia “cinegético-arceera” procurá- bamos poner” la antena” a la búsqueda de información, al respecto del
emplazamiento exacto de esos sitios querenciosos y protagonistas de infinidad
de recuerdos y fructíferas “cazatas”.
A pesar de ello, nunca hemos logrado
volver a casa con más de un par de ”arceas”, pues hasta hace unos años, nuestra
experiencia “becadera” siempre había quedado circunscrita a los “cazaderos
libres”, y, de estos desgraciadamente había pocos y lo que es peor, cada vez
hay menos.
También
viene al caso una curiosa anécdota de la que por ignorancia fuimos protagonista
involuntario. Nos hablaron de una cacería de “arceas” en Colunga, lo cual,
unido a algunas experiencias vividas en los montes del concejo de Carreño, nos
hizo concebir fundadas esperanzas que aquello se iba a dar bien.
Dicho y hecho, salimos temprano de casa y
antes del amanecer nos encontrábamos en el cazadero. La desilusión no puede
describirse, pues no hay ave más lista y misteriosa que la”becada”.
Total: toda la mañana tirando tiros a las simpáticas becacinas, con lo cual estamos de acuerdo que hicimos buenas
prácticas de tiro, pero de cazar “arceas”
nada.
De todas maneras recordamos como aventuras afortunadas un par de incursiones hechas
a los montes de Gozón, organizadas por un cazador que conocía bien la zona, y
en la que a lo largo del recorrido se podían cobrar (no sin dificultad), una o dos “piconas”.
También esto se acabó: hasta que un día la
casualidad durante el encuentro en un óbito de un compañero nos brindó la oportunidad
de volvernos a ver, después de casi siete años….a un buen amigo con el que
habíamos compartido muchos de los mejores y primeros momentos de nuestra vida
cazadora y allí, después de la ceremonia, pudimos hablar cómo no, de arceas, de perdices, de montes, de ríos…
Para este buen amigo la caza es su
ilusión, su principio y su fin. Conoce sus querencias, usos, reacciones,
costumbres, para él el arte de la caza oculta pocos secretos, tolera la
ignorancia y sabe respetar el orden establecido en una mano de cazadores.
Desprendido en el momento de ocupar los puestos o de distribuir la caza; es
esta una rara cualidad que solo puede darse en aquellos que llevan muchos años
cazando y sabiendo como casi siempre perder.
Hablamos también de la cantidad de
cazadores que dejan de serlo, por culpa de esas urbanizaciones que, sin ton ni
son, arrasan y destrozan tierras y montes que en otros tiempos fueron ideales
para cazar.
José nos prometió ir a becadas en diciembre, a un buen cazadero, cuando el tiempo nos fuera favorable y así lo
hicimos.
Apurando el adviento ya se acerca la
Navidad, es tiempo de espera, pero también de ilusión.
La víspera de una cacería de “arceas”,
cuando a uno le gustan, produce un cierto cosquilleo y nerviosismo que por
supuesto no nos permite dormir, de modo, que el madrugón no es tal. Una vez en
carretera y después de tomar el consabido café en la cantina de Campsa de
Luarca aderezado con toda clase de
comentarios, vaticinios y pronósticos, observamos que la noche era clara, sin
aire y estrellada con lo cual a buen seguro Virtudes, estaría dispuesto.
Las condiciones meteorológicas de noche
clara no hacían presagiar buenos resultados, ya que los mejores días de
“arceas” son aquellos que el cielo está cubierto, oscuro y plomizo amenazando
lluvia y nieve o dejando caer un tenue “orbayu”.
Son las ocho de la mañana en Virtudes, lugar que hasta hoy para nosotros es
desconocido.
La noche todavía nos envuelve de oscuridad,
ansiedad y misterio y esperamos nerviosos el momento de la amanecida para
conocer el lugar y saber donde estamos.
Nos acompañan dos amigos cazadores Enrique
y Luis son del pueblo vecino (Vidural) pero con residencia en Avilés y
compañeros laborales.
Son estos amigos elementos dotados de un
sexto sentido que les hace sentir las
mil sensaciones que laten en una naturaleza salvaje, con la que el hombre de
ciudad de siempre es incapaz de comunicarse.
Sugieren una “cata visual” en la amanecida
para estimar lo que nos podremos encontrar durante la cacería
Esperando al alba
Hay medía luna; e infinidad de estrellas
flotando en el inmenso cielo, y de vez en cuando alguna que fugaz, corre a
desintegrarse, a morir… en el infinito silencio de la nada… Al poco tiempo una “becada”
vuela rasando la campera, su típica silueta la delata… después atruena sobre
nuestras cabezas el raudo vuelo de un par de”arceas” que divergen y se apean en la zona.
Una becada más se cuela en el interior de un
pinar cercano.
Un instante después se advierte una “picona”
piñerando sobre nuestros sombreros súbitamente hace un “gamete” y vuela a gran
velocidad, rebasa las copas de un grupo de insignes y se pierde a mil por hora
en un bosque de robles, garabaya y abedules.
Estas becadas procedentes del pasto van a guarecer hasta la próxima
noche.
Después de cinco minutos de observación en el que
surgían toda clase de comentarios salpicados por el delicioso y
humeante café que José guardaba en sendos termos/ (en tal circunstancia obviábamos
la evocación al cremoso preparado por
Marcel y Bernardino en el Rest. El Trole de Gijón)/.
A continuación ya nos decidimos a salir acompañados por los perros verdaderos protagonistas ante la “reina” para
su caza/.
Programamos cazar toda la mañana recorriendo en sentido SE-NO la sierra por su
cara fría que teníamos a nuestra derecha poblada abundantemente de riegas
transversales y monte bajo, con una estructura
vegetal enmarañada en superficie y elevada entre amplias zonas de pinos,
pero con el suelo en su interior limpio y adecuado para el transito de perros y
del propio pájaro y peinar la cara caliente con vaguadas de abedules robles
alisos y pinos a nuestra izquierda; para que una vez batida la zona dar como
finalizada la cacería.
Vientos de caza
Ya metidos en harina los
lances no se dejaron esperar... pues las innumerables y académicas posturas de
los perros con muestras de arcea componían un bello y atractivo pasaje.
La emoción aumentaba por momentos al ser
abatida una “becada”a “postura” logrando darse a la fuga un par de ellas con
rápido y zigzagueante vuelo.
Pateamos durante un buen
rato una amplia superficie tratando de buscar las arceas que observamos en la
amanecida, al fin detectamos sus querencias y los perros lograron poner dos de
ellas con resultado positivo.
Continuamos nuestro camino a
través del amplio cazadero desplazándonos a lo largo de la ladera de la sierra en “cara fría” con zonas intercaladas de pinos, varales y escobares, con
un equilibrio casi perfecto en cuanto a la disposición sobre el terreno de los
pinos, estos limitados por los anchos “cortafuegos” de seguridad; hay una
cierta dispersión en varales y brezales pero con equidistancias regulares entre
si.
El suelo existente y
esencial que conforma la corteza o base del monte gozaba de una limpieza
extraordinaria, pues el tránsito entre las áreas de coníferas y los conjuntos
arbustivos no ofrecía ningún problema para cazadores y perros, al discurrir
caminos y sendas serpenteantes que los animales en pasto se encargaban de
limpiar, al pastar y trillar día a día, por medio de boca, cascos y pezuñas.
Es digna de narrar la
¡”faena”! realizada a media mañana y que
tenia como protagonistas principales a José y su pointer hembra; habiendo quedado en ”muestra” la Luna sobre una mata, (los otros tres perros que buscaban
en las inmediaciones se fueron acercando, quedando a “patrón” sobre el brezal
al detectar la firme” traza” de la perra) José se prestó atento; con firmeza y
decisión la perra a señal de su dueño, se precipitó hacia la mata, de la cual
brotaron con la celeridad de un potente resorte dos “arceas” que fueron
abatidas de sendos disparos, causando
gran sensación este “doblete”, pero cual no seria nuestra sorpresa al
dar la voz de ¡cobra!, verla salir del “escobar” portando en su boca una
tercera “pitorra” completamente viva, pero creemos que con algún problema para
eludir o para el vuelo, originado tal vez por disparos anteriores.
La emoción es indescriptible la “reina”
aleteaba en nuestras manos pretendiendo zafarse y esperando recobrar la
libertad, una libertad tal vez pasajera, pues el azar la situaría en algún
momento delante del fino olfato de un perro “arceero” y su final podría ser
seguro.
Después de una larga
reflexión bien entendida y bien meditada,
nos decidimos a liberar y por consiguiente a soltar a la “becada” sumisa y
aterrorizada, al encontrarse apresada en nuestras manos.
Varias zonas de breñales
(bardiales) de difícil acceso nos obligaron a dar algunos rodeos para continuar
nuestra marcha por el monte. Pensamos que estas áreas pobladas de maleza
pudieran ser cobijo perfecto de las “arceas” en los días que no se encuentran
en la superficie cómoda y fácil, o cuando el tiempo está revuelto y arrecian
los vientos; siempre y cuando se pueda
habitar en su interior.
Nos aproximamos a unos
bosquecillos de pino y retama de mediana superficie y separados entre ellos por
poligonales prados y monte bajo, en los cuales Enrique uno de los amigos que nos acompaña detectó la
presencia de “chochas” unos días antes; la entrada de los perros con numerosos “andaos”
a la zona en cuestión ya puso de manifiesto la presencia con toda seguridad de
algún scolopácido, pues observamos el estiércol del propio ave, así como los
excrementos en proceso de fermentación
de los rebaños vacunos, que se hallaban totalmente taladrados por el ágil pico
de la “becada” ; para buscar
lombrices en su interior y procurarse alimento en horas nocturnas.
Y no podía ser menos, pues
dos domésticos, (el Pipo y la Luna... ¡siempre la Luna!) obviando la dilación,
se ponen de acuerdo y muestran lo que puede ser una becada. Ahora sus figuras
corporales son imperturbables, como si
se detuviera el tiempo, vamos un auténtico desafío a las estatuas de piedra de
la isla de Pascua en su máxima expresión,
todo en un entorno de silencio espacial, infinitamente lejos del ¡¡lamento
sonoro!! del “beeper electrónico” actual para perros becaderos.
Una pequeña piedra lanzada
hacia la mata en aquel silencio sepulcral provocó la tremolina y la rotura de
la muestra, con un ruido ensordecedor en
su huida dos “aves del paraíso” intentaban poner aire de por medio, pero....
Vemos por el lugar de rama
en rama al bisbita arbóreo (anthus-trivialis) y también al chochin
(troglodytes-troglodytes) (cerrica), que merodeaban por el entorno en busca de
su alimento cotidiano; su presencia de alguna manera provocaba apneas en el
flujo ventoso de los entusiastas canes en su dinámica búsqueda, al confundirse
los efluvios olfativos de estos pájaros con los que segrega realmente la “reina
del bosque”. Un simple requerimiento obligaba
a los perros a obviar esas emanaciones y seguir buscando a la “dama”.
La tensión aumentaba por
momentos, la búsqueda exhaustiva de los cánidos palmo a palmo, subía a su
máxima expresión, el nerviosismo se palpaba en el ambiente y los
desplazamientos ora a la derecha, ora a
la izquierda, ora en espiral y con gran rapidez, dibujaban en aquella parcela
monteril una autentica tela de araña, repuntes, paradas falsas, miradas
cómplices de los domésticos hacia sus dueños, carreras, retrocesos… acer camientos lentos y muestras en proximidad, componían toda una disciplina de
sapiencia y actitud para la muestra previa a la caza de la ”señora del sotobosque”.
No pasó mucho tiempo sin que
la “paradas” se confirmasen y así, rodeando la superficie arbustiva los
perros y con “muestra” firme, consiguieron desalojar de su guarida al ave que
fue abatida en su huida, instantes después nuevas pautas de tres cánidos, otro
de los perros en su loca carrera no logra patronear y en su recorrido lateral
provoca la salida del ave en estampida con vuelo vertical (de chimenea) en la
parte posterior de la mata cupillífera sin ninguna opción de abatimiento.
Declinaba ya el sol casi
oculto por las nubes ya pasadas las cuatro de la tarde, cuando nuestros pies
iniciaron el regreso a los coches, habiendo abatido a partir de medio día dos “xanas”
más, además de las reseñadas, en otras tantas maravillosas “paradas”. Y llega
como siempre la anécdota final: nos dirigíamos comentando las últimas vivencias
por un carril en poco uso y ya cerca de los coches, los perros a su aire y las
escopetas descargadas, cuando instantáneamente “bota” una “del farias ” delante de nosotros, que con vuelo
vivaz se aleja caleya adelante; encaramos la escopeta y al alimón le soltamos
un tiro por entre las ramas de varios pinos, observamos la caída fulminante de algunas cañas cortadas por los
perdigones y una vez allí vimos en el suelo a la “fumadora” abatida; esto da
lugar a la frase por todos conocida / hombre prevenido vale por dos/.
Recuento final once “arceas”; una vez metidos los perros en los coches, Luis en un santiamén prepara un fuego y calienta unas latas de fabada
asturiana poniendo a la vez nuestras caras coloradas como pimientos.
El complemento con el vino,
el pan de “escanda” de la zona un cigarrillo y cuatro chistes es el feliz epílogo de estos cortos momentos de placidez.
Al lado de la Fuente de las Virtudes, de la sierra del
Trambolledo- Cachopo en el occidente asturiano con sus rebaños vacunos y
caballares y la escurridiza “salvajina” vuelve a imperar el silencio y la tranquilidad...
Fuente de las Virtudes (El Franco)- (520mts / s.n.m.) Diciembre
1973
*Conclusión *
....aquel domingo 13 de agosto de 2006 día de mi
cumpleaños me desperté por la mañana con una sensación muy extraña... fue como
si estuviese todo el día anterior en Virtudes con escopeta y perro pateando el
monte… (¡ ¿…?
! ).
Les Mariñes / Villaviciosa / agosto de 2006 J.L.L.M.