lunes, 5 de enero de 2015

AMANECER EN...











    


L
AS “ARCEAS” son algo que siempre nos han dejado admirados y perplejos. Desde el primer momento que nos hicimos con una escopeta y un perro las hemos buscado por todas partes, pero sin el suficiente empeño, constancia y paciencia que la caza de estos pájaros requiere.

Pocas veces hemos salido expresamente a ellas y no por falta de ganas, sino por no disponer de un sitio libre y querencioso donde ir a buscarlas.
Su encuentro era casi siempre un hecho fortuito, ya que igual nos la encontrábamos sin perro cazando “tordos” a orillas del Espasa y vaguadas de Coyanca, que al aproximarnos a cualquier “gachero” aledaño a la ría de  Villaviciosa, ría “gachera” por excelencia.  
En más de una ocasión, al acercarnos a alguna tertulia “cinegético-arceera”  procurá- bamos poner” la antena” a  la búsqueda de información, al respecto del emplazamiento exacto de esos sitios querenciosos y protagonistas de infinidad de recuerdos y fructíferas “cazatas”.

A pesar de ello, nunca hemos logrado volver a casa con más de un par de ”arceas”, pues hasta hace unos años, nuestra experiencia “becadera” siempre había quedado circunscrita a los “cazaderos libres”, y, de estos desgraciadamente había pocos y lo que es peor, cada vez hay menos.

 También viene al caso una curiosa anécdota de la que por ignorancia fuimos protagonista involuntario. Nos hablaron de una cacería de “arceas” en Colunga, lo cual, unido a algunas experiencias vividas en los montes del concejo de Carreño, nos hizo concebir fundadas esperanzas que aquello se iba a dar bien.
Dicho y hecho, salimos temprano de casa y antes del amanecer nos encontrábamos en el cazadero. La desilusión no puede describirse, pues no hay ave más lista y misteriosa que la”becada”.
Total: toda la mañana tirando tiros a las simpáticas  becacinas, con  lo cual estamos de acuerdo que hicimos buenas prácticas de tiro, pero de cazar “arceas” nada.


De todas maneras recordamos como aventuras afortunadas un par de incursiones hechas a los montes de Gozón, organizadas por un cazador que conocía bien la zona, y en la que a lo largo del recorrido se podían cobrar (no sin dificultad),  una o dos  “piconas”.


También esto se acabó: hasta que un día la casualidad durante el encuentro en un óbito de un compañero nos brindó la oportunidad de volvernos a ver, después de casi siete años….a un buen amigo con el que habíamos compartido muchos de los mejores y primeros momentos de nuestra vida cazadora y allí, después de la ceremonia, pudimos hablar cómo no, de arceas,  de perdices, de  montes, de ríos…
Para este buen amigo la caza es su ilusión, su principio y su fin. Conoce sus querencias, usos, reacciones, costumbres, para él el arte de la caza oculta pocos secretos, tolera la ignorancia y sabe respetar el orden establecido en una mano de cazadores. Desprendido en el momento de ocupar los puestos o de distribuir la caza; es esta una rara cualidad que solo puede darse en aquellos que llevan muchos años cazando y sabiendo como casi siempre perder.
   
Hablamos también de la cantidad de cazadores que dejan de serlo, por culpa de esas urbanizaciones que, sin ton ni son, arrasan y destrozan tierras y montes que en otros tiempos fueron ideales para cazar.

José nos prometió ir a becadas en diciembre, a un buen cazadero, cuando  el tiempo nos fuera favorable y así lo hicimos.
Apurando el adviento ya se acerca la Navidad, es tiempo de espera, pero también de ilusión.
  
La víspera de una cacería de “arceas”, cuando a uno le gustan, produce un cierto cosquilleo y nerviosismo que por supuesto no nos permite dormir, de modo, que el madrugón no es tal. Una vez en carretera y después de tomar el consabido café en la cantina de Campsa de Luarca  aderezado con toda clase de comentarios, vaticinios y pronósticos, observamos que la noche era clara, sin aire y estrellada con lo cual a buen seguro Virtudes, estaría dispuesto.
Las condiciones meteorológicas de noche clara no hacían presagiar buenos resultados, ya que los mejores días de “arceas” son aquellos que el cielo está cubierto, oscuro y plomizo amenazando lluvia y nieve o dejando caer un tenue “orbayu”.

Son las ocho de la mañana en Virtudes, lugar que hasta hoy para nosotros es desconocido.
La noche todavía nos envuelve de oscuridad, ansiedad y misterio y esperamos nerviosos el momento de la amanecida para conocer el lugar y saber donde estamos.

Nos acompañan dos amigos cazadores Enrique y Luis son del pueblo vecino (Vidural) pero con residencia en Avilés y compañeros laborales.   
Son estos amigos elementos dotados de un sexto sentido que les hace  sentir las mil sensaciones que laten en una naturaleza salvaje, con la que el hombre de ciudad de siempre es incapaz de comunicarse.
Sugieren una “cata visual” en la amanecida para estimar lo que nos podremos encontrar durante la cacería  



Esperando al alba
Hay medía luna; e infinidad de estrellas flotando en el inmenso cielo, y de vez en cuando alguna que fugaz, corre a desintegrarse, a morir… en el infinito silencio de la nada… Al poco tiempo una “becada” vuela rasando la campera, su típica silueta la delata… después atruena sobre nuestras cabezas el raudo vuelo de un par de”arceas” que divergen y  se apean en la zona.
Una becada más se cuela en el interior de un pinar cercano.
Un instante después se advierte una “picona” piñerando sobre nuestros sombreros súbitamente hace un “gamete” y vuela a gran velocidad, rebasa las copas de un grupo de insignes y se pierde a mil por hora en un bosque de robles, garabaya y abedules.
       Estas becadas procedentes del pasto van a guarecer hasta la próxima noche.     

Después de cinco  minutos de observación  en el que  surgían toda clase de comentarios salpicados por el delicioso y humeante café que José guardaba en sendos termos/ (en tal circunstancia obviábamos la  evocación al cremoso preparado por Marcel y Bernardino en el Rest. El Trole de Gijón)/.
 A continuación ya nos decidimos  a salir acompañados por los perros  verdaderos protagonistas ante la “reina” para su caza/.

 Programamos cazar toda la mañana  recorriendo en sentido SE-NO la sierra por su cara fría que teníamos a nuestra derecha poblada abundantemente de riegas transversales y monte bajo, con una estructura  vegetal enmarañada en superficie y elevada entre amplias zonas de pinos, pero con el suelo en su interior limpio y adecuado para el transito de perros y del propio pájaro y peinar la cara caliente con vaguadas de abedules robles alisos y pinos a nuestra izquierda; para que una vez batida la zona dar como finalizada la cacería.

Vientos de caza
          
Ya metidos en harina los lances no se dejaron esperar... pues las innumerables y académicas posturas de los perros con muestras de arcea componían un bello y atractivo pasaje.
 La emoción aumentaba por momentos al ser abatida una “becada”a “postura” logrando darse a la fuga un par de ellas con rápido y zigzagueante vuelo.

Pateamos durante un buen rato una amplia superficie tratando de buscar las arceas que observamos en la amanecida, al fin detectamos sus querencias y los perros lograron poner dos de ellas con resultado positivo.

Continuamos nuestro camino a través del amplio cazadero desplazándonos a lo largo de la ladera de la sierra en “cara fría” con zonas intercaladas de pinos, varales y escobares, con un equilibrio casi perfecto en cuanto a la disposición sobre el terreno de los pinos, estos limitados por los anchos “cortafuegos” de seguridad; hay una cierta dispersión en varales y brezales pero con equidistancias regulares entre si.

El suelo existente y esencial que conforma la corteza o base del monte gozaba de una limpieza extraordinaria, pues el tránsito entre las áreas de coníferas y los conjuntos arbustivos no ofrecía ningún problema para cazadores y perros, al discurrir caminos y sendas serpenteantes que los animales en pasto se encargaban de limpiar, al pastar y trillar día a día, por medio de boca, cascos y pezuñas.

Es digna de narrar la ¡”faena”! realizada a media mañana  y que tenia como protagonistas principales a José y su pointer hembra; habiendo quedado en ”muestra” la Luna sobre una mata, (los otros tres perros que buscaban en las inmediaciones se fueron acercando, quedando a “patrón” sobre el brezal al detectar la firme” traza” de la perra) José se prestó atento; con firmeza y decisión la perra a señal de su dueño, se precipitó hacia la mata, de la cual brotaron con la celeridad de un potente resorte dos “arceas” que fueron abatidas de sendos disparos, causando  gran sensación este “doblete”, pero cual no seria nuestra sorpresa al dar la voz de ¡cobra!, verla salir del “escobar” portando en su boca una tercera “pitorra” completamente viva, pero creemos que con algún problema para eludir o para el vuelo, originado tal vez por disparos anteriores.

 La emoción es indescriptible la “reina” aleteaba en nuestras manos pretendiendo zafarse y esperando recobrar la libertad, una libertad tal vez pasajera, pues el azar la situaría en algún momento delante del fino olfato de un perro “arceero” y su final podría ser seguro.
Después de una larga reflexión bien entendida y bien  meditada, nos decidimos a liberar y por consiguiente a soltar a la “becada” sumisa y aterrorizada, al encontrarse apresada en nuestras manos. 



Varias zonas de breñales (bardiales) de difícil acceso nos obligaron a dar algunos rodeos para continuar nuestra marcha por el monte. Pensamos que estas áreas pobladas de maleza pudieran ser cobijo perfecto de las “arceas” en los días que no se encuentran en la superficie cómoda y fácil, o cuando el tiempo está revuelto y arrecian los vientos; siempre y  cuando se pueda habitar en su interior.




Nos aproximamos a unos bosquecillos de pino y retama de mediana superficie y separados entre ellos por poligonales prados y monte bajo, en los cuales Enrique  uno de los amigos que nos acompaña detectó la presencia de “chochas” unos días antes; la entrada de los perros con numerosos “andaos” a la zona en cuestión ya puso de manifiesto la presencia con toda seguridad de algún scolopácido, pues observamos el estiércol del propio ave, así como los excrementos en  proceso de fermentación de los rebaños vacunos, que se hallaban totalmente taladrados por el ágil pico de la “becada” ; para buscar lombrices en su interior y procurarse alimento en horas nocturnas.

Y no podía ser menos, pues dos domésticos, (el Pipo y la Luna... ¡siempre la Luna!) obviando la dilación, se ponen de acuerdo y muestran lo que puede ser una becada. Ahora sus figuras corporales son imperturbables,  como si se detuviera el tiempo, vamos un auténtico desafío a las estatuas de piedra de la isla de Pascua en su máxima  expresión, todo en un entorno de silencio espacial, infinitamente lejos del ¡¡lamento sonoro!! del “beeper electrónico” actual  para perros becaderos.
Una pequeña piedra lanzada hacia la mata en aquel silencio sepulcral provocó la tremolina y la rotura de la muestra, con un  ruido ensordecedor en su huida dos “aves del paraíso” intentaban poner aire de por medio, pero....         

Vemos por el lugar de rama en rama al bisbita arbóreo (anthus-trivialis) y también al chochin (troglodytes-troglodytes) (cerrica), que merodeaban por el entorno en busca de su alimento cotidiano; su presencia de alguna manera provocaba apneas en el flujo ventoso de los entusiastas canes en su dinámica búsqueda, al confundirse los efluvios olfativos de estos pájaros con los que segrega realmente la “reina del bosque”. Un simple  requerimiento obligaba a los perros a obviar esas emanaciones y seguir buscando a la “dama”.

La tensión aumentaba por momentos, la búsqueda exhaustiva de los cánidos palmo a palmo, subía a su máxima expresión, el nerviosismo se palpaba en el ambiente y los desplazamientos ora a la derecha, ora  a la izquierda, ora en espiral y con gran rapidez, dibujaban en aquella parcela monteril una autentica tela de araña, repuntes, paradas falsas, miradas cómplices de los domésticos hacia sus dueños, carreras, retrocesos… acer camientos lentos y muestras en proximidad, componían toda una disciplina de sapiencia y actitud para la muestra previa a la caza de la ”señora del sotobosque”.

No pasó mucho tiempo sin que la “paradas” se confirmasen y así, rodeando la superficie arbustiva los perros y con “muestra” firme, consiguieron desalojar de su guarida al ave que fue abatida en su huida, instantes después nuevas pautas de tres cánidos, otro de los perros en su loca carrera no logra patronear y en su recorrido lateral provoca la salida del ave en estampida con vuelo vertical (de chimenea) en la parte posterior de la mata cupillífera sin ninguna opción de abatimiento.

  



Declinaba ya el sol casi oculto por las nubes ya pasadas las cuatro de la tarde, cuando nuestros pies iniciaron el regreso a los coches, habiendo abatido a partir de medio día dos “xanas” más, además de las reseñadas, en otras tantas maravillosas “paradas”. Y llega como siempre la anécdota final: nos dirigíamos comentando las últimas vivencias por un carril en poco uso y ya cerca de los coches, los perros a su aire y las escopetas descargadas, cuando instantáneamente “bota” una “del farias ” delante de nosotros, que con vuelo vivaz se aleja caleya adelante; encaramos la escopeta y al alimón le soltamos un tiro por entre las ramas de varios pinos, observamos la caída  fulminante de algunas cañas cortadas por los perdigones y una vez allí vimos en el suelo a la “fumadora” abatida; esto da lugar a la frase por todos conocida / hombre prevenido vale por dos/.

Recuento final once “arceas”; una vez metidos los perros en los coches, Luis en un santiamén prepara un fuego y calienta unas latas de fabada asturiana poniendo a la vez nuestras caras coloradas como pimientos.
El complemento con el vino, el pan de “escanda” de la zona un cigarrillo y cuatro chistes es el feliz epílogo de estos cortos momentos de placidez.

Al lado de la Fuente de las Virtudes, de la sierra del Trambolledo- Cachopo en el occidente asturiano con sus rebaños vacunos y caballares y  la escurridiza “salvajina” vuelve a imperar el silencio y la tranquilidad...

Fuente de las Virtudes (El Franco)- (520mts / s.n.m.) Diciembre 1973

*Conclusión *

....aquel  domingo 13 de agosto de 2006 día de mi cumpleaños me desperté por la mañana con una sensación muy extraña... fue como si estuviese todo el día anterior en Virtudes con escopeta y perro pateando el monte… (¡ ¿…? ! ).

            Les Mariñes / Villaviciosa / agosto de 2006         J.L.L.M.