sábado, 2 de junio de 2012

FRAGAVELLA - Segunda parte / Pag. 7

FRAGAVELLA (Continuación)

                                                              
                


templarse un espectáculo asombroso en forma de espacios erosionados a través del tiempo por la acción directa de la mar y del viento.

En este terreno de rasa litoral se alternaban las carreteras comarcales con sendas y pistas componiendo un entramado importante de comunicaciones y servicio a parcelas y pueblos costeños. La línea férrea (Feve) Gijón–Ferrol se sumaba también a la configuración de vías de la semiplanicie..

En la vista a la izquierda, una suave pendiente culminaba en elevaciones  de semi-sierra que a partir de la rasa costera se va inclinando paulatinamente comportando parajes denominados como Cruz de Santalla; Monte Corda; Esbidreiras; Granda Rasa; Cotoral; As Silveiras y presididos por los principales vértices geodésicos de la sierra: Monte do Mandingo (569) y Pena Longa (516); estas cúspides reforzaban morfológicamente su propia sierra verdadera divi- soria de aguas vertientes tanto al norte como al sur con riachuelos y arroyos que desembocaban en el Eo o en la propia ría en su cara sur  y en su cara  norte con hilos fluviales con su muerte en el Cantábrico de menos importancia  pero necesarios para la rasa costera, y por su aporte de agua dulce a la mar; por tanto estos vértices geodésicos  se ubican  entre A Devesa y Reinante con árboles de gran porte, muchos de ellos pinos en sus diversas variedades, siendo el más numeroso el pino norte o común. En parcelas  aledañas, miscelánea de alisos, abedules, acebos, hayas, fresnos, robles, castaños y eucaliptos así como matorral de brezo y tojo (toxo) salpicado aleatoriamente por el monte.
En su totalidad esta sierra de la Mariña no fue explorada por lo que puede considerarse una más de las asignaturas pendientes que nos quedan a lo largo de estos cuadernos de exploración, sin embargo sí la zona en su entorno con sus pequeños bosques de pino y retama y escasez de animales en pasto, por lo cual pensamos que ocurrirá igual en el resto de la zona.     

Más cerca de nosotros tierras de labor, y en amplia extensión, gran cantidad de casas en actividad, de construcción unifamiliar, con paredes de blanco inmaculado que destacan sobremanera en este paisaje coruscante de la Mariña, algunas de estas casas con tejados de pizarra de brillo argentino, otros con reflejos irisados, cuya pizarra procede de las canteras de Quiroga y Sarriá en el interior de Lugo y, de El Barco de Valdeorras en las de la provincia de Orense, siendo esta pizarra clásica en la mayor parte de las edificaciones habitables de la costa lucense.
Se veían en las viviendas muchas chimeneas humeantes, adivinando ollas y fogones que manejarán manos expertas, como presagio de buenas y re- paradoras mesas...?

En áreas próximas a las dependencias crecen los apreciados árboles frutales pues no podía ser de otra manera en una región fértil que se precie; siendo denominador común con el resto de la cornisa cantábrica, con sus temperaturas suaves y la humedad adecuada, para que los frutos obtengan una maduración ideal; peral, manzano, ciruelo, naranjo y avellano comple- mentaban al resto de los frutales. Por otra parte cuidados y bellos jardines aportaban dinamismo a este paisaje ribadense, sobre todo gran variedad de rosales y geranios.
 Algunas cancelas exhibían orgullosas los ornamentales evónimos (evonymus) el arbusto celastráceo que distingue el atrio de muchas de las