FRAGAVELLA (Continuación)
templarse un espectáculo asombroso en
forma de espacios erosionados a través del tiempo por la acción directa de la
mar y del viento.
En este terreno de rasa litoral se
alternaban las carreteras comarcales con sendas y pistas componiendo un
entramado importante de comunicaciones y servicio a parcelas y pueblos
costeños. La línea férrea (Feve) Gijón–Ferrol se sumaba también a la
configuración de vías de la semiplanicie..
En la vista a la izquierda, una suave
pendiente culminaba en elevaciones de
semi-sierra que a partir de la rasa costera se va inclinando paulatinamente
comportando parajes denominados como Cruz de Santalla; Monte Corda;
Esbidreiras; Granda Rasa; Cotoral; As Silveiras y presididos por los
principales vértices geodésicos de la sierra: Monte do Mandingo (569) y Pena
Longa (516); estas cúspides reforzaban morfológicamente su propia sierra
verdadera divi- soria de aguas vertientes tanto al norte como al sur con
riachuelos y arroyos que desembocaban en el Eo o en la propia ría en su cara
sur y en su cara norte con hilos fluviales con su muerte en el
Cantábrico de menos importancia pero
necesarios para la rasa costera, y por su aporte de agua dulce a la mar; por
tanto estos vértices geodésicos se
ubican entre A Devesa y Reinante con
árboles de gran porte, muchos de ellos pinos en sus diversas variedades, siendo
el más numeroso el pino norte o común. En parcelas aledañas, miscelánea de alisos, abedules,
acebos, hayas, fresnos, robles, castaños y eucaliptos así como matorral de
brezo y tojo (toxo) salpicado aleatoriamente por el monte.
En su totalidad esta sierra de la Mariña no fue explorada por
lo que puede considerarse una más de las asignaturas pendientes que nos quedan
a lo largo de estos cuadernos de exploración, sin embargo sí la zona en su
entorno con sus pequeños bosques de pino y retama y escasez de animales en
pasto, por lo cual pensamos que ocurrirá igual en el resto de la zona.
Más cerca de nosotros tierras de labor,
y en amplia extensión, gran cantidad de casas en actividad, de construcción
unifamiliar, con paredes de blanco inmaculado que destacan sobremanera en este
paisaje coruscante de la Mariña ,
algunas de estas casas con tejados de pizarra de brillo argentino, otros con
reflejos irisados, cuya pizarra procede de las canteras de Quiroga y Sarriá en
el interior de Lugo y, de El Barco de Valdeorras en las de la provincia de
Orense, siendo esta pizarra clásica en la mayor parte de las edificaciones habitables
de la costa lucense.
Se veían en las viviendas muchas
chimeneas humeantes, adivinando ollas y fogones que manejarán manos expertas,
como presagio de buenas y re- paradoras mesas...?
En áreas próximas a las dependencias
crecen los apreciados árboles frutales pues no podía ser de otra manera en una
región fértil que se precie; siendo denominador común con el resto de la
cornisa cantábrica, con sus temperaturas suaves y la humedad adecuada, para que
los frutos obtengan una maduración ideal; peral, manzano, ciruelo, naranjo y
avellano comple- mentaban al resto de los frutales. Por otra parte cuidados y
bellos jardines aportaban dinamismo a este paisaje ribadense, sobre todo gran
variedad de rosales y geranios.
Algunas cancelas exhibían
orgullosas los ornamentales evónimos (evonymus) el arbusto celastráceo que
distingue el atrio de muchas de las