ejemplo o de cualquier otra zona
susceptible de ser “explorada” y por
consiguiente ser “terreno cazable”.
Villaselán, prácticamente barrio
periférico–oeste de la ciudad de Ribadeo, Dompiñor, Villaframil, San Julián,
Rinlo con su pintoresco puerto y sus casas escalonadas, es templo de autentico
marisco del Cantábrico, sus exquisitas langostas y centollos dan prueba de
ello, y en el entorno del puerto una abundante población de palmípedas
revoloteando y graznando; la gaviota argéntea (laurus-argentatus) y la gaviota
reidora (laurus–redibundus) con otros indi viduos de su especie esperan entre chillidos y cabriolas en el aire la
entrada de los barcos de faenar, para conseguir los desperdicios sobrantes de
la pesca, que son arrojados por los marineros al agua y si se tercia robar
prácticamente de las cajas de pescado limpio y fresco para ser subastado en la
lonja; algún charrán común (sterna- hirundo) menos atrevido merodea por el
exterior esperando algún resto del festín pantagruélico.
En las zonas rocosas próximas a la
costa donde bate y espumea la mar, se
pueden pescar sargos (diplodus-sargus) y en sus arenales en horas nocturnas, la
deliciosa lubina (dicentrarchus-labrax).
Estos montes de pinos, son inasumibles
como posibles zonas de llegada y menos de asentamiento definitivo de las
becadas ya que la proximidad de los núcleos habitados y presencia humana
constante pondrían en solfa su permanencia, aun con estas consideraciones
existen excepciones y de hecho narraremos varios casos de parcelas similares
con interesantes vivencias en zonas de Valle de Oro (Valadouro) y Alfoz–Castro
de Oro.
Reanudamos la marcha por la Nacional 634,
acercándonos a San Cosme de Barreiros, concejo de transición entre la zona
ribadense y el termino municipal de Villanueva de Lorenzana (Vilanova de
Lourenzá); “La Romántica ”.
Por los distintos pueblos y núcleos de
que se sucedían a nuestro paso, atisbábamos con sumo cuidado en el transcurso
de la conducción y sobre todo en los finales o entradas de las agrupaciones
habitables, la existencia como es natural de camposantos /como testimonio
inequívoco de una segunda vida no tangible / siempre acompañados de los
clásicos cipreses centenarios o especie similar. De construcción apretada,
estrechos y erguidos, con cruces y cúpulas puntiagudas y algunos panteones de
afamados mármoles y granitos, y sumamente brillantes que miraban al cielo en
su afán de alcanzar las alturas donde reina el Omnipotente y sus moradores
descansar en la paz eterna.